La campaña agrícola 2025/2026 inicia con proyecciones alentadoras para el Perú. El Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) estima más de 2 millones de hectáreas sembradas, lo que representa un aumento de 5.4% frente al promedio de los últimos cinco años. El crecimiento responde a la estabilidad climática, el uso de información científica y nuevas estrategias de gestión de riesgos.
Expectativa de siembra
El Midagri prevé un incremento de 6.1% respecto a la campaña pasada. La fase “no activa” del sistema El Niño-Oscilación del Sur (ENSO) genera confianza entre los agricultores.
La estabilidad del clima, tras años de sequías e inundaciones, permite planificar con mayor seguridad la siembra de cultivos clave como papa, maíz, café y quinua.
Gestión de riesgos y retos
El informe advierte que algunos cultivos podrían enfrentar problemas específicos:
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Papa en la Sierra: riesgo de heladas y aumento de humedad, lo que favorecería la “rancha”.
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Maíz amiláceo: expuesto a heladas y granizadas.
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Maíz amarillo duro y quinua: lluvias menores a lo esperado en varias zonas altoandinas.
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Arroz en la Costa: afectado por bajas temperaturas.
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Cultivos en la Selva: riesgo de lluvias extremas.
El Midagri propone medidas como riegos complementarios y mejor uso de reservorios para reducir los efectos de la sequía.
Diversificación y monitoreo
La Encuesta Nacional de Intenciones de Siembra 2025 muestra un panorama variado:
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En la Sierra, departamentos como Ayacucho, Junín y Huánuco incrementan siembras de papa, mientras que Puno y Cajamarca reducen sus áreas.
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En Piura, la intención de siembra de papa crece 48.7%, con 3,401 hectáreas proyectadas.
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El algodón aumentará en 104.7% a nivel nacional, sumando 6,902 hectáreas más, con crecimiento en Huancavelica.
El Semáforo de Siembras del Midagri permitirá monitorear cultivos y prevenir desequilibrios en el mercado.
Impacto económico y social
El Midagri resalta que la planificación agrícola no solo tiene impacto económico, sino también social. Una mayor estabilidad en las cosechas fortalece la seguridad alimentaria y mejora la rentabilidad de los pequeños productores.
El éxito dependerá de la coordinación entre el Gobierno, agricultores, empresas privadas y la academia, para que la información llegue a todo el país y se traduzca en acciones concretas.