Un equipo de científicos peruanos y extranjeros descubrió tres nuevas especies de rana en la sierra de Piura. El hallazgo tuvo lugar en el Área de Conservación Privada (ACP) Chicuate Chinguelas, ubicada en la provincia de Huancabamba, en la región Piura, dentro del corredor de conservación de los Andes del Norte.
Tras cinco años de expediciones, lideradas por el herpetólogo Germán Chávez, los investigadores lograron identificar estas especies únicas. Las exploraciones se enfocaron en zonas de difícil acceso, caracterizadas por su diversidad biológica. El estudio, publicado en una revista científica especializada, confirma el valor del cerro Chinguelas como área clave para la ciencia y la conservación.
Conoce las nuevas especies: Cutin de Chinguelas, Cutin de Elio y Cutin del Yonke
El Pristimantis chinguelas, también llamado Cutin de Chinguelas, vive en las alturas del cerro del mismo nombre. Su rasgo más notorio son los tubérculos alargados a los lados del cuerpo. Esta característica lo hace fácilmente reconocible y único en su hábitat. Su nombre rinde homenaje a la comunidad campesina Segunda y Cajas, que alberga esta zona de conservación.
Por otro lado, el Pristimantis nunezcortezi, o Cutin de Elio, habita en quebradas boscosas. Posee unas ingles negras que permiten distinguirlo rápidamente de otras especies. Este anfibio lleva el nombre de Elio Iván Núñez Cortez, conservacionista comprometido con la protección de los páramos de Huancabamba. Según el equipo, su labor ha sido fundamental para preservar estos ecosistemas frágiles.
En tercer lugar, el Pristimantis yonke, conocido como Cutin del Yonke, fue hallado entre bromelias. Su cuerpo aplanado y su textura granulada le otorgan un aspecto singular. De manera simbólica, su nombre proviene de una bebida tradicional andina: el “yonke”, aguardiente popular en celebraciones y caminatas rurales. Así, se buscó reflejar la conexión entre biodiversidad y cultura local.
Un ecosistema frágil bajo amenaza constante
El corredor biológico donde fueron halladas estas ranas forma parte del Corredor de Conservación Andes del Norte. Este ecosistema se conecta con la región andino-amazónica del Ecuador. Esta continuidad geográfica explica por qué las nuevas especies tienen similitudes genéticas con otras encontradas en territorio ecuatoriano.
No obstante, el entorno permanece en constante riesgo. Actividades como las quemas agrícolas y la deforestación afectan directamente a estas zonas. Aunque actualmente estas amenazas se encuentran controladas, el peligro sigue latente. Por esta razón, los investigadores insisten en la necesidad de explorar cada ladera y cresta. Solo así se evitará la pérdida de especies que aún no han sido registradas.
Según el investigador Wilmar Aznaran, el equipo recorrió cada rincón del cerro para asegurarse de que no quedara un solo metro sin investigar. Este compromiso permitió obtener datos relevantes sobre la distribución de las nuevas especies y su conexión con el entorno.
Conservación impulsada por ciencia, comunidad y cultura
La investigación fue posible gracias a la colaboración entre científicos, organizaciones y comunidades locales. Instituciones como Naturaleza y Cultura Internacional (NCI), el Fondo para Especies en Peligro de Extinción de la Junta de Comercio de Chicago (CBOT) y la Fundación para la Biodiversidad E.O. Wilson apoyaron el proyecto.
También participaron entidades como Consultores Asociados en Naturaleza y Desarrollo (CANDES), la Cafetería Pajarero y el restaurante La Cortez, entre otros aliados. Por otro lado, la comunidad campesina que impulsó la creación del ACP Chicuate Chinguelas tuvo un rol esencial en el resguardo del área y el acompañamiento de las expediciones.
Además de generar conocimiento científico, los investigadores apostaron por integrar la identidad local en su trabajo. De hecho, nombrar a una de las especies en honor al “yonke” refleja este enfoque. De igual forma, involucrar a pobladores en las expediciones fortalece el vínculo entre ciencia y territorio.