El Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) prohibió la importación de plaguicidas químicos de uso agrícola y productos que contengan el ingrediente activo Carbofuran. Esto, con el objetivo de contribuir con la seguridad alimentaria del país, eje central de la segunda reforma agraria que promueve el Ministerio de Desarrollo Agrario (Midagri).

La disposición establece también que, a partir del 30 de setiembre de 2022, se prohibirá el uso de este plaguicida en todo el ámbito nacional.

De acuerdo con la clasificación de peligrosidad de la Organización Mundial de la Salud, el Carbofuran es un plaguicida considerado altamente peligroso; contiene alto riesgo en el ambiente acuático, así como alta exposición y toxicidad en especies de aves y abejas.

Este plaguicida se encuentra ya restringido y/o prohibido en diversos países, precisamente por sus riesgos a las personas y al ambiente.

La decisión de prohibir el uso de plaguicidas que contengan carbofuran, se realiza luego de una evaluación de riesgos basada en las recomendaciones del Convenio de Rotterdam. También, considerando que existen otros plaguicidas registrados por el Senasa que son igual de eficaces en el control de plagas y constituyen un menor riesgo.

Según el Senasa, esta disposición es el resultado de las medidas que se toman frente a los plaguicidas considerados de “alto riesgo”; con el respaldo técnico de las instituciones competentes como la Dirección General de Asuntos Ambientales Agrarios (Dgaaa-Midagri) que determina el impacto del producto en el ambiente y la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa-Minsa), quienes evalúan y determinan los aspectos relevantes a la salud.

Seguridad alimentaria

La seguridad alimentaria es uno de los ejes centrales de la segunda reforma agraria que promueve el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri).

A raíz de esta política de acción, se ha fortalecido las capacitaciones a pequeños productores para que apliquen las Buenas Prácticas Agrícolas. De esta manera, deberán reducir el uso de plaguicidas en la producción de sus cultivos. Advirtiendo que el control químico sólo debe ser aplicado complementariamente a los demás tipos de control, pero nunca de manera exclusiva.

El proceso de este trabajo se viene impulsando mano a mano con los productores; logrando que, a la fecha, se tenga un total de 94 800 hectáreas de producción convencional en proceso de transición para lograr su certificación orgánica.

Cabe mencionar que el proceso tarda entre dos a tres años, por lo que, de lograr esta evaluación, podrán sumarse a las 464 000 hectáreas de producción orgánica que hoy ya existen.

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