El orégano es una hierba aromática que se usa en muchos platos y cuyo cultivo requiere muy pocos cuidados, pues es una planta que se da bien incluso en zonas áridas y apenas requiere riego ni abono.
Una misma planta nos puede durar hasta seis años y cada planta nos dará una buena cantidad de orégano que podemos secar al aire o deshidratar en el horno y tendremos nuestro propio orégano listo para consumir durante una buena temporada.
Sembrar orégano
Puedes plantar las semillas (primero en semilleros, enterrando las semillas a 1 centímetro de profundidad en tierra suelta con un poco de compost; y cuando germinen y empiecen a brotar hojas trasplantar las plantitas con sus raíces a una maceta dejando 15 centímetros de separación entre cada planta) o puedes adquirir directamente las plantitas en un vivero.
En ambos casos, una vez tengamos nuestra planta de orégano debemos elegir una maceta con buen drenaje. Luego regarla solo cuando veamos que la tierra está seca y dejarla en una zona soleada.
Como sucede en otras hierbas aromáticas, se deber retirar los capullos de las flores cuando empiecen a salir. Porque esto debilita la planta y hace que tenga menos sabor.
Recolectarlo
Para recolectar el orégano debemos esperar a que la planta mida como mínimo 15 centímetros y para hacerlo solo tenemos que cortar la planta a unos 2 centímetros de la base (volverá a rebrotar y en poco tiempo tendremos una planta nueva).
El orégano que hemos cortado, que será un ramo debemos dejarlo secar. La forma más habitual de secar el orégano es atar el ramo y colgarlo boca abajo en un sitio ventilado y a la sombra. Pasados unos días cuando las hojitas estén bien secas simplemente tendremos que frotar los tallos con las manos y estas se desprenderán para dejar la especia tal como estamos acostumbrados a verla.
Una vez seco y deshojado lo guardamos en un frasco hermético y podremos utilizarlo para todas nuestras recetas o para hacer infusiones, ya que el orégano es también una planta medicinal con múltiples beneficios.