Piura es una de las regiones del país que, tradicionalmente, es reconocida por la importancia que tiene su agricultura en la vida y en la economía de su gente.
El cotizado algodón pima, conocido como ‘oro blanco piurano’, era el cultivo ordenador de la economía regional. En sus mejores tiempos se llegó a tener hasta 75,000 hectáreas de este cultivo.
Hoy apenas bordea las 3,000, sembradas por pequeños agricultores que son principalmente del valle Bajo Piura que. Los cuales a través de la Cooperativa de Servicios Múltiples Tallán – Chusís (COSTACH), en el mes de mayo, han realizado su segunda exportación de 21 toneladas de algodón fibra.
Así lo informó José Luis Juárez Castillo, economista y coordinador de proyecto del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca).
La agricultura piurana de ahora
“La agricultura de la que ahora se habla en Piura está vinculada a un importante grupo de empresas agroexportadoras que operan en esta región. Esta es la mediana y gran agricultura, moderna y tecnificada, propietaria del 50.3% del total de la superficie agrícola”; indicó Juárez Castillo.
Además comentó que el agronegocio ya no gira en torno al algodón, sino en los rubros de uva, mango, banano, palta, arándanos, ajíes y más, que se destinan a mercados externos en forma de productos frescos, deshidratados o procesados.
En la vereda del frente está la otra agricultura, aquella que, según el CENAGRO 2012, ocupa a 134,659 productores y productoras que conducen predios menores a las 10 hectáreas.
Las cuales en conjunto, hacen un total de 192,278 hectáreas, equivalente al 49.7% de la superficie agrícola de la región Piura. Esta es la pequeña agricultura o agricultura familiar, señala el representante de Cipca.
“Se estima que entre 10 y 12 mil productores y productoras están organizados en asociaciones y cooperativas. Estas han logrado colocarse en el sector de exportación de productos orgánicos, principalmente banano, mango, café, cacao y panela», precisó.
Asimismo sostuvo que el resto sigue con sus propios recursos y sin mucha cooperación pública. Ellos producen frutas, granos, cereales, hortalizas y crianzas para el abastecimiento de alimentos a la población local y regional, y cuya importancia se hizo visible durante el período de pandemia.
El COVID-19 cambio la vida de la agricultura familiar
Las asociaciones y cooperativas de pequeños productores y productoras de banano, café, cacao y panela, cuyas ventas se realizan en el exterior, tuvieron que enfrentar las restricciones en el transporte.
Además, cumplir con los nuevos procedimientos impuestos por los protocolos de seguridad sanitaria, nacionales e internacionales. Para Juárez esta situación tuvo diversas repercusiones.
“La Cooperativa APPROCAP, en el Alto Piura, se vio obligada a postergar sus exportaciones de cacao; en los productos perecibles, como el banano, ocasionó pérdidas en la cantidad y calidad de la fruta exportable»
Él explicó que esto es debido a la sobre maduración de esta; pero, en general, todas las organizaciones de pequeños productores y productoras han tenido que enfrentar un incremento de los costos de producción.
Esto debido a la adquisición obligatoria de equipos, indumentaria e insumos necesarios para la puesta en marcha de los protocolos de bioseguridad. Para que garanticen la inocuidad de los productos y la salud de las personas.
Agricultura familiar: Mercado local y regional
Por su parte, los productores y productoras de la agricultura familiar orientada al mercado local y regional, jugaron un papel insustituible en la producción y abastecimiento de alimentos. Esto aun en pleno desarrollo de la pandemia.
“La tarea tampoco le ha sido fácil, pues tuvo que afrontar las restricciones de transporte, la escasez de insumos, la disminución del pequeño capital de trabajo y el agotamiento de las reservas de semilla, pues parte de estas han sido consumidas por las propias familias, en especial cuando los hogares rurales tuvieron que recibir a los familiares y parientes que retornaron de las ciudades”, remarcó el economista José Luis.
Lo que esperan las familias rurales
La actual coyuntura marcada por el COVID 19, hace visible la necesidad de promover la transformación de la agricultura familiar.
Como factor clave, el coordinador de proyecto de Cipca, plantea que el Gobierno Regional y los Gobiernos Locales hagan efectiva la aplicación de la normativa vigente. Tales como la Ley 30355, Ley de Promoción y Desarrollo de la Agricultura Familiar, DS 009-2015-MINAGRI, Estrategia Nacional de Agricultura Familiar, y DS 007-2019-MINAGRI, Plan Nacional de Agricultura Familiar.
“Desde una perspectiva de desarrollo rural es importante también el financiamiento sostenido. Para lo cual es fundamental pensar en que el FAE Agro se convierta en un programa de largo plazo»
Asimismo que las compras estatales para los programas sociales, y servicios necesarios, como la investigación e innovación tecnológica; «es muy importante para la economía del país valorar a la agricultura familiar como un potente actor económico, que, además, es la base de nuestra seguridad y soberanía alimentaria” finalizó.